documentos de pensamiento radical

documentos de pensamiento radical

jueves, 19 de octubre de 2017

PALABRAS RAPTADAS II -fragmentos-



El médico y eclesiástico J. Townsend, que visita España entre 1786 y 1787 se queja en sus cartas de que “si se llevan las horas de ociosidad, se verá que no queda más de un tercio, y tal vez incluso más de un cuarto para el trabajo”. J. Manso, en su Estado de las fábricas, comercio, industria y agricultura en las montañas de Santander durante el siglo XVIII, hace hablar a nuestros propios ilustrados para corroborar las palabras del viajero inglés “de los trescientos sesenta y cinco días del año, apenas quedan ciento cuarenta útiles”. En Costumbres en común, es el historiador E. P. Thompson quien recoge otra práctica institucionalizada en toda Europa: El “San Lunes”, día de asueto que el cuerpo demandaba para recuperarse de los excesos del alcohol durante el fin de semana. “San Lunes era venerado casi universalmente dondequiera que existieran industrias de pequeña escala, domésticas y a domicilio; se observaba generalmente en las minas... en industrias fabriles y pesadas, declinando a partir del último tercio del siglo XIX”. García Balaña, en su texto Ordre industrial i transformació cultural a la Catalunya de mitjan segle XIX, nos recuerda hasta qué punto era odioso para los empresarios catalanes el absentismo laboral, la costumbre de alargar las fiestas dominicales los lunes y aún los martes siguientes, las continuas visitas a las tabernas durante la jornada laboral y el escaso espíritu ahorrador que demostraban los trabajadores. Ellos serán los que, desde la Sociedad Económica Barcelonesa de Amigos del País, presionarán al Gobierno, hacia mediados del siglo XIX, para que se cierren estos espacios que ellos consideran focos de propaganda radical y antros de inmoralidad, especialmente cafés y tabernas por donde corre el ron y el aguardiente al compás de la guitarra y el cante flamenco, así como que se prohibiesen las diversiones y los espectáculos los días de trabajo, pues los trabajadores solían ausentarse del trabajo para acudir a tales actos o justificaban su ausencia del trabajo al día siguiente por haber acudido a tales celebraciones. Algunos llegarán a teorizar sobre la necesidad de llevar las industrias hasta lugares alejados de la ciudad, allí donde los trabajadores no tengan más horizonte que el trabajo, sin posibilidad de acudir a espectáculos o de gastarse el dinero en juergas, lo que ven incluso como una manera de poder rebajarles el salario porque allí no tendrán donde gastar. “Colocado en una aldea sin Ramblas, toros, cafés ni teatros, sus exigencias por fuerza han de disminuir. En los días festivos se divertirá como se hacía antiguamente en los juegos inocentes y baratos… y bailes públicos protegidos y vigilados por la Policía”. En las décadas finales del siglo XIX, la burguesía industrial catalana encontrará en el nacionalismo cultural, su Renaixença, un poderoso aliado para desprestigiar estos hábitos populares; fijando los tópicos, que perseguirán a los andaluces desde entonces como culpables de estas manifestaciones culturales, frente a los que ellos impulsarán la defensa de los cantes y bailes autóctonos catalanes que recrearán ajustados a su particular visión de clase.


Antonio Orihuela. Palabras raptadas. Ed. Amargord, 2014

No hay comentarios:

Publicar un comentario