documentos de pensamiento radical

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martes, 31 de enero de 2017

5 poemas de NOVELA NEGRA de JOSÉ MARÍA GARCÍA LINARES

 

COMISARÍA

Me diste de plazo
las obras completas de Lorca.
Después me denunciarías por prosaico
en caso de no ser capaz de emocionarte.

No querías oír hablar de la República,
ni de su historia con Dalí,
ni de flamenco.

“No quiero explicaciones, quiero versos”.

Y no sé cómo decirte
que he olvidado la poesía entre nociones,
entre teorías delirantes,
marxistas, feministas, deportistas…
hasta quedarme estancado.
Que he buscado con afán
el sentido de las huellas literarias
con el fin de poder llegar a ti
y he perdido,
porque me ensordecen tantos ecos,
lenguas muertas,
golondrinas, soledades…


Así que puedes irte y delatarme
y dejarme atrapado en el despacho
con todos estos pétalos marchitos.
Querías el perfume de la flor
y solo tengo tallos secos.



NAVAJAZO

Sigue lloviendo a media noche.
Tras el cristal, no eres más que un manchurrón
azul y rojo, tembloroso,
inestable distancia.

Silencio en el apartamento.
Tu voz, desasosiego
y unos versos de Pessoa en una copa.

Siento la puñalada
de la nada en el costado.
Sangro noches de verano,
mar atlántico,
sueños secos por el suelo.

No fue fingido nuestro amor.
No fue ficción el beso.


A NINGUNA PARTE

Después de todo lo que anduve
no encontré más que descartes.

El cansancio de un trabajo agonizante,
vientos grises malescritos con ceniza,
versos que se dejan en las bocas
de tristes amapolas olvidadas,
de lectores tristes.

A ninguna parte irán estas palabras,
por fin lo he comprendido.
No son lugares lo que busco,
no son lugares.


SI PUDIERA

Si quemara este poema
o si dejase de escribirlo.
Si cerrara para siempre este cuaderno
y me olvidara de esta cárcel de palabras,
de esta condena agotadora,
de la fatiga.
Se ha vuelto todo letra:
el amor, la tempestad, el cielo,
tú, yo, nuestro futuro.
¿Habrá vida después de las palabras?

Si lo quemara o lo arrancara.
Si no fuera cobarde.
Si pudiera.


CERRADURA

Al otro lado de esta puerta
está el final.
Sin capítulos.
Sin historias paralelas.
Sin introducción ni desenlaces.

Sólo hay vida,
viento en las mejillas,
luces clavadas en el mar,
amigos.

Al otro lado de esta puerta.
Basta con encontrar la cerradura,
basta con encontrar la cerradura,
basta con encontrarla…

lunes, 30 de enero de 2017

6 poemas de OPOSICIONES A DESENCUENTRO de JOSÉ MARÍA GARCÍA LINARES




OPOSICIÓN


Papeles por la mesa,
libros con demasiado maquillaje
y con arrugas en los codos,
una taza de monotonía
y un café griposo
que no deja de estornudar socorros.

Alguna factura se ha colado
por debajo de los ojos
y la lista de la compra
desfallece de miseria
bajo un sol de madrugada fluorescente.
A estas horas la cabeza
pesa igual que las derrotas,
las manos ya no sienten,
solo esperan,
y el silencio es una lágrima
vomitada por el sueño.

Al tiempo que me roba tanto tiempo
y la risa de una copa de perfume,
le robo yo estos versos en venganza
de una espalda prisionera
de baldosas y cristales.

Vuelven los fantasmas
del amor y la memoria
cuando menos tinta hay en mi sangre
y bosteza el diccionario del olvido.
¿La memoria? -  me pregunto,
y me contesto - , es la sospecha
de que ayer pasó lo mismo.
Del amor ya han dicho todo,
demasiado, para ser
una cuestión de cuatro letras...

Amanece,
mañana es otro día.

Y me río de miedo.







MAYORÍA ABSOLUTA


“Erradiquemos el hambre
para siempre del planeta”,
propuso entusiasmado el presidente.

Por mayoría absoluta
desapareció del diccionario la palabra.








DESVELO


Hay noches en que el desvelo
me sabe a paladar seco y a hastío.
Boca arriba, frente al techo,
la espalda castigada de silencio
aguarda un gesto rápido del tiempo.

Esta noche me olvidé de olvidarte.

Es inútil lucharle a la memoria
cuando formamos parte de sus armas,
y a estas horas, mi derrota
es saber que quedan cosas
como el beso y esta cama
o tu olor y mis cuadernos.

En la calle algún susurro
de pasos, alcohol y risas.
En mi cuarto, soledad,
en la sábana, oquedad
y en los muebles el recuerdo y el insomnio.






TREGUAS


El mundo pide a gritos una tregua,
un respiro en el fragor de sus miserias.
Las treguas en Europa o Norteamérica
son finas, elegantes y tan dignas
de ocupar primeras páginas
que huelen a divisas y lavanda
y posan porque pasan a la Historia.
Son treguas, sobre todo, palabreras,
partidistas, democráticas,
con votos vencedores y vencidos.

Hay otras, sin embargo,
que no suben acciones al olimpo,
ni entregan  medallitas a ministros,
ni esperan bendiciones del obispo.
Son acuerdos para   un día,
tal vez dos, no más de tres.
Las firma una lágrima de rabia,
un aliento de coraje,
el espíritu engañado por los dioses.

Un poco de pan para la pena.
Una inyección al desamparo.
Una caricia.

El mundo pide a gritos esas treguas,
ese paréntesis de vida,
esa justicia olvidada.

Un eco envuelto en  silencio
cruza hasta perderse en la noche.

Un trozo de pan,
una mirada.






CONCHAS


Otra vez me detengo
delante de esta playa y del recuerdo:
las manos de mi madre,
mi cubo y mi rastrillo
y un sándwich de nocilla a media tarde.
Mi infancia hecha de sol y caracolas
y juegos de pelota y pilla-pillas.

El mar llegó, con el levante
y arrastró consigo los castillos...

Intento comprobar, desde la orilla
que “nada puede ser de otra manera,
la huella siempre muere con la espuma
y es así como vivimos”, nos decían.
 Sonrío con las algas porque sé
que a pesar de la voz de sus gaviotas
de rastros con verdades en oferta,
conservo alguna concha en los bolsillos
para escribir la vida a mi manera.








MUDANZA

Por no hacer mudanza en su costumbre.
Gracilaso de la Vega
Limpié de viento  los estantes viudos
y los sueños que cayeron de la cama por descuido.
Guardé tu beso en siete cajas;
en otra, cinco años de trabajo.
 Por último, un trozo de vida
entre El amor en los tiempos del cólera.
Cuando cierre la puerta,
las llaves girarán los años,
 escribirá la mirada lo que fuimos
y quedará en el  contendor azul de la nostalgia

  la perdida costumbre de tu boca. 



José María García Linares. Oposiciones a desencuentro. ASB Producciones Editoriales, 2007

domingo, 29 de enero de 2017

RITOS DEL PASADO



Era un mal día un nuevo caso, pero el comisario había recibido un soplo y me envió a mí. Cogí el coche (sí, allá por el año 2098 aún existían aquellos coches que funcionaban con gasolina; uno podía tener hasta dos sin pedir permiso al gobierno) y me dirigí allí. Había anochecido y el centro estaba desierto. Recorrí veloz sus calles de caótica arquitectura, construidas en aquellos años en que aún no se había institucionalizado la sutil y bella geometría de los adosados. Cada vez que volvía a la Tierra me sentía un poco extraterrestre, tantos vestigios del pasado se pueden encontrar aún por limpiar. Llegué a la universidad con el arma ya en la mano. Todo estaba cerrado. Entré por una ventana y barrí los pasillos hasta encontrar una luz en el aula magna. Con cautela, entreabrí la puerta. En la Academia de Policía no me habían preparado para lo que iba a ver. Las leyendas urbanas hablaban de reuniones clandestinas, de celebraciones de ritos antiguos y prohibidos, pero hasta que uno no lo ve, no lo cree: aquello era un recital poético, no había duda, un tipo de ritual penado por la ley desde que en el año 2082 se instauró la televisión como Medio Único. Una chica de unos inocentes veinte años leía lo que las leyendas urbanas llaman “rimas”. La lucha contra el vicio es la misión principal de mi Departamento, y este tipo de perversiones son mi especialidad. Quité el seguro del arma. Los presentes comenzaban a sentir ya el éxtasis propio de este tipo de ceremonias. Inesperadamente, experimenté un peculiar efecto psicosomático al oír las palabras de la oradora. Embargado por una emoción inaudita, una especie de desavenencia emocional hizo que me saltaran las lágrimas. Me flaquearon las piernas. Todos los implicados echaron a correr cuando me vieron caer de rodillas, llorando, con aquel pistolón en la mano e incapaz de gritar que estaban todos detenidos.



Félix Amador. Ritos del pasado.  En Alienígenas (antología). Ed. Cangrejo pistolero, 2016


Esta Antología puedes conseguirla en cualquier Librería de España

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(PVP 10 Euros, pago por transferencia/ PAYPAL envio gratis a toda España)




sábado, 28 de enero de 2017

UN MARAVILLOSO FINAL




UN MARAVILLOSO FINAL

I hear babies crying, I watch them grow
They'll learn much more than I'll never know
(George David Weiss, “What a wonderful world”)




Veo países rotos como úlceras de estómago.

Veo vientres de ballena y esqueletos de elefante en los que viven familias de mendigos a la intemperie.

Veo hombres famélicos convertidos en caníbales y niños tan hinchados de hambre que una ráfaga de viento se los lleva por el aire.

Veo otros tan obesos que se arrastran como orugas por los centros comerciales y mueren de una trombosis cuando son adolescentes.

Veo guerras que estallan en las pupilas de los pobres y a la Bolsa de Nueva York celebrando un aquelarre.

Veo carne de cañón envasada al vacío en los congeladores de la morgue, supermercados que venden ametralladoras y cáncer y gigantes bebiendo petróleo, masticando tierra y vomitando sangre en el retrete de un bar.

Veo ejércitos que bailan una danza macabra entre las balas, soldados que ríen a carcajadas después de matar a un ruiseñor y suicidas recubiertos de amonal que revientan plazas repletas como si fueran piñatas.

Veo cuerpos despedazados como las piezas de un puzzle, madres desconsoladas que las intentan juntar y a los supervivientes sacándoles a los muertos los dientes.

Veo kamikazes que asesinan en nombre de Dios y a Dios contando billetes en el Despacho Oval.

Veo el corazón de las tinieblas y a Kurtz en el infierno susurrándome “el horror, el horror”.

Veo pesadillas despierto y noches que no verán amanecer.


Y no dejo de pensar
que es un maravilloso fin del mundo.
Es un maravilloso fin del mundo.
Cae la sombra como un coágulo.
Cae el cielo desplomado.
Es un maravilloso final.


Veo paraísos de plástico hecho en Taiwan.

Veo a Eva y Adán inyectándose colágeno y bótox y a Caín que mata a Abel para robarle el teléfono.

Veo niñas en Bangladesh zurciendo flores de tela para un jardín del Edén donde todo es sintético.

Veo a una que coge una flor para ponérsela en el pelo y el capataz se la cose con hilo de cobre en la piel del cráneo.

Veo mujeres a cuatro patas expulsando por el ano la droga que llevan en su intestino mientras les violan las bocas agentes de la lucha contra el narco.

Veo hombres que las pasean con correa y bozal y las abren de piernas con clavos ardiendo y a clientes que las penetran con sus tarjetas de crédito con las que después se cortan las venas y el cuello.

Veo banqueros follándose la ranura de un cajero automático y corriéndose en la cara de un desahuciado del banco.

Veo ángeles con alas tan cargadas de crack que no levantan el vuelo y cuerpos iluminados por la química que se parten como nueces por una sobredosis de éxtasis.

Veo adictos al gimnasio anfetamínicos con músculos dopados reumáticos moviéndose como robots al ritmo de rock sinfónico, bulímicos que devoran hasta la náusea alimentos dietéticos y anoréxicas que se injertan en las nalgas implantes de pecho.

Veo espectadores que chupan la pantalla del televisor mientras se ahorcan con el cable para alargar el orgasmo.

Veo perfumes que huelen a cadáver, muertos que huelen a limpio y hospitales comatosos con enfermos del alma incurables.

Veo colmillos que le arrancan las tripas al paisaje y entierran en cemento el horizonte.

Veo cielos empedrados de hermosas nubes radioactivas tan brillantes como el ácido lloviendo lágrimas negras que derriten el asfalto.

Veo nuestras vidas arrastradas calle abajo como aguas residuales que se van por el desagüe.


Y no dejo de pensar
que es un maravilloso fin del mundo.
Es un maravilloso fin del mundo.
Cae el telón como una guillotina.
Cae el cielo gritando.
Es un maravilloso final.


Veo dolor y píldoras, soledad y terapia, enfermedad y anestesia, depresión, ansiedad y gula.

Veo pasarelas de moda y desfiles en Corea, daños colaterales, fuego amigo y guerras pacifistas.

Veo bombardeos por la libertad, torturas por la democracia y al Nobel de la Paz recibiendo su premio en Guantánamo.

Veo matanzas con drones que parecen videojuegos y videoclips de miembros amputados y decapitaciones.

Veo a Jehová, Jesucristo y Alá armando a los pueblos elegidos con chalecos explosivos y jeques que nos hinchan de fuel hasta que reventamos.

Veo a los países ricos sacándoles las entrañas a países en vías de desarrollo mientras les hacen transfusiones de leche en polvo.

Veo que nuestro alto nivel de vida es el resultado de su alto nivel de muerte.

Veo niños y mujeres en revistas vestidos con ropa de marca fabricada por niños y mujeres en régimen esclavista.

Veo esclavos que no saben que lo son, proletarios que se creen burgueses y precarios que lo serán hasta la edad de la jubilación.

Y veo creyentes, súbditos y empleados diluidos como azúcar en el fango y engullidos por las bocas fluorescentes de las grandes superficies donde se oye el canturreo de Louis Armstrong:


Es un maravilloso fin del mundo.
Es un maravilloso fin del mundo.
Pero estás tan absorto admirándolo,
estás tan absorto admirándolo,
que ni siquiera lo ves
ni te dará tiempo
a decir adiós.


Javier Gallego "Crudo". El grito en el cielo. Arrebato libros, 2016

viernes, 27 de enero de 2017

2 poemas de EL GRITO EN EL CIELO de JAVIER GALLEGO "CRUDO"





II

Recuerdo incluso que lo escribiste en la pared del baño
con letras mayúsculas:
NO ME ROMPAS
como una advertencia
como una plegaria
como un ruego
un salmo
un secreto
una promesa
un deseo
un temor
nuestra contraseña
nuestro salvoconducto
nuestro toque de queda
nuestro pacto de sangre
nuestro tratado de paz
nuestra declaración de guerra
nuestro campo de batalla
nuestra rendición voluntaria
y nuestra incontestable victoria
tras la invasión y anexión
de nuestras mutuas fronteras
territorios
castillos
costas
banderas
y población
a partir de entonces también
nuestra proclamación de independencia
nuestra reclamación de democracia
nuestra apertura de aduanas
nuestro cierre de filas
nuestro alistamiento
nuestro armisticio
nuestra amnistía
nuestra liberación
pero también
nuestra cobardía
nuestra mutua desconfianza
el miedo a una traición
a un golpe de Estado
una revuelta
un alzamiento
la sedición
y por eso
un juramento
un mandato
un convenio
un contrato
una alianza
un decreto
un estatuto
un mandamiento
una ley
nuestra carta magna
nuestra carta blanca
nuestro código penal
nuestro poder judicial
nuestro jurado
nuestro fiscal
nuestro abogado
nuestro testigo
y nuestro juez
y nuestra libertad condicional
y nuestra libertad incondicional
y nuestra libertad vigilada
y nuestra libertad sin cargos
y nuestra libertad de movimientos
y nuestra libertad de sentimientos
y nuestra libertad de remordimientos
y nuestra libertad de apasionamientos
y nuestra salvaguarda
y nuestro guardaespaldas
y nuestro sistema de vigilancia
pero no como una coraza
sino como una caricia
como una espada tal vez
como un escudo también
nuestro escudo de armas
nuestro emblema
nuestra marca
nuestro sello
nuestro lema
y nuestro dilema
así que resumiendo
se convirtió para los dos
en nuestra ética
nuestra estética
nuestra poética
nuestra política
y nuestro código de honor:

“No me rompas,
por lo que más
quieras,
no me rompas”.

Como dos guerreros feroces
que antes de destrozarse
con sus propias manos
se jurasen respeto
se pidiesen perdón.







III

Tus ojos marcaban las horas, los míos pararon el tiempo
por entonces las palabras pesaban
como el hielo sobre las hojas
ahora no tanto
ahora ya no
pero entonces
tu voz se rompía como la escarcha
en la garganta de una mosca
con un crujido tan tenue
que me hacía temblar
igual que un pájaro enfermo
me despertaba la sangre
me magullaba los huesos
me rasguñaba la piel
me reventaba la carne
con cada acento
ahora no tanto
ahora no sé
pero entonces
caía sobre mis hombros
como la luz sobre las cosas
sobre las que se posa sin posarse
le daba calor a mis silencios
sombra a mis sudores
frío a mis fiebres
fiebre a mis destierros
hambre
entonces tu voz me daba hambre
hambre de hambre
un hambre implacable
inagotable hambre
de cada uno de los sonidos
que salían de la caja de tu cuerpo
como del cuerpo de un contrabajo
tu voz áspera y bemol
que hacía que el aire se incendiase
me daba hambre de más voz
de la música recóndita y frágil
que salía de tu alma de violonchelo
y sonaba como madera que arde
ardía mi cuerpo al oírte
mis músculos se tensaban
como la mano en el mástil
con el rumor de tus gestos
el acorde de tus silencios
y el delicioso desacuerdo
entre tus ojos irremediablemente tristes
y la alegre melodía de tus pestañas
cuando mirabas más allá de ti
 a mí
 como si fuera un paisaje
sobre el que pisabas por primera vez
derramando tu mirada
sin pedir explicaciones
como el aire se posa en el agua
como la luz sobre las cosas
como tu voz en las palabras
que entonces flotaba
se dejaba llevar por ellas
y se acostaba suavemente
entre las sílabas y los fonemas
ahora no tanto
ahora ya no
pero entonces
se entregaba en cada letra
que es exactamente la razón
por la que sonaba quebrada
ahora también
pero ahora se quiebra
porque no puedes más
porque te duele, lo sé
porque empujas las palabras
cuando salen de tu boca
como si odiasen decir
entonces no
entonces dejabas escapar el aliento como liebre
como la brisa que se mueve entre las rocas
dabas agua a las palabras que tenían sed
les dabas la leche de tu pecho
les dabas fe
ahora tienes la garganta seca
tu voz suena rota
hueca la caja de tu cuerpo
cuando me dices
cuando me imploras
“no me rompas, déjame”.
Son palabras que paran las horas
para siempre
sin remedio
son palabras de duelo
un pésame prematuro
que me niego a recibir
me niego a velar nuestros restos
porque ni tú ni yo
 que hemos llegado hasta aquí
como dos huérfanos que no tienen a más nadie
estamos dispuestos
a darnos por vencidos
por mucho que hayamos roto
mil veces, mil,
el juramento hipocrático
 no estamos dispuestos aún
 a ponerle fin, al contrario,
porque sólo cuando nos rompimos
sólo cuando palpamos la herida
cuando olimos la muerte
y escuchamos el llanto,
comprendimos cuánto
cuánto podíamos perder,
cuánto.


Javier Gallego "Crudo". El grito en el cielo. Arrebato libros, 2016
Fotografía de Masao Yamamoto