documentos de pensamiento radical

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sábado, 31 de diciembre de 2016

2 poemas de EL TÚNEL DEL TIEMPO de DAVID CASTILLO




Primavera en la Miranda

el goteo del grifo que parecía seco
la perspectiva del pasillo con cuerpos
tumbados por todos lados o este frío
aterido a mi cuerpo de miliciano parado
adicto a john donne
desde que lo compré en una librería de Laredo
hace poco
antes de entrar en la cárcel
aire y ángeles
éxtasis y sepelio
la salida del sol
como hoy desde el parque
viejo loco afanoso, irrefrenable sol”
las estaciones de amor del pobre diablo
con todos los piojosos que duermen
hippies y punks de postal
algún amigo extraviado
y una estrella del rock
la rubia está sucia como mi carnet cenetista
los príncipes tan sólo nos imitan”
rubia guapa sucia y loca





Cero de conducta (1980)

Hay un cadáver de mosca en el congelador
una prostituta haciendo la calle en el fregadero
y una banda de gangsters dándose una ducha bajo el grifo
el calendario se ha pintado los labios
como una pin-up:
hoy también es jueves hijo mío”
en el cataclismo
del campamento de termitas del cerebro
y el estúpido chamán que las lidera
otro mamarracho sin dioptrías


nadie lo arreglará todo con un par de pinchazos



David Castillo. El túnel del tiempo. Ed. Sial, 2016


Fotografía de Masao Yamamoto

viernes, 30 de diciembre de 2016

4 poemas de EL TÚNEL DEL TIEMPO de DAVID CASTILLO





Descarga (1979)

la tarde trazada por los rayos difusos
saliendo de la Rambla por la calle del Carmen
los antidisturbios nos han escupido su mierda
olor a pólvora
botes de humo
y el traqueteo de las pelotas
billete sin retorno incluso de tus pechos
enhiestos
pantorrillas mientras me agarro a una copa
todo la rabia disminuye
en el primer esbozo
del primer día en que te desnude
desertar en grecia
para tomar el sol a tu lado
al fin y al cabo todo son repeticiones
una huida es más sugerente que la disciplina
de esos gansos uniformados
con la única idea de partir
a jurar bandera como si no tuviera nada mejor que hacer

nos presentamos en la caja de reclutas todos borrachos
todos con ideas desencajadas sobre la psiquiatría
para librarnos del mal
drogas chifladas y avecrem por la mierda
una noche para volver a tu casa
sin muebles
una sola manta en la calle matanzas
casi tan vacía como mis manos vacías
que te acarician en la plaza maragall
antes de entrar al cine

no tengo ni para llamarte
ni para tomar un cortado
y esos animales allí disparándonos
lechones en sus lecheras
abortos analfabetos
ojalá os parta un rayo





Rem (1979)

la línea discontinua de los sueños
choca contra la elasticidad de tu cuerpo
y penetra tu vagina si esfuerzo
la mente limpia nos adormece
en el aislamiento
hoy no hemos ido a luchar a la rambla
el vomito en la calle pelayo contra esos tarados
las alergias de freud
y el libro de ulrike meinhof
robado en el drugstore de liceo
lo único nuevo de la relación
entre el poder y el estado
se llama democracia”
fascismo a dosis como un laxante
la pasión relegada
el castigo es que no suene el teléfono
para oir tu voz
todas las izquierdas se han pasado
a la derecha para resolver todos juntos
la misma sopa”
dominio o sabotaje
toni negri
y sorber tu sexo
curiosidad e inercias desterradas
suena the band
no suena tu teléfono
te habrán detenido de nuevo?
fases del sueño
sueño paradójico
tus manos con olor a gasolina
de los molotov con los que invitarías
a esos cerdos a rezar el rosario







Cruce con Fontanella a 80 km hora

casi vuelves el 4L al derrapar en plaza cataluña
adelantando la multitud
mientras el loco del galo recita rimbaud
no amo a las mujeres;
hay que volver a inventar el amor, ya se sabe...”
y yo miro tus pezones entre los botones abiertos
de la camisa tan blanca como tu renault
la chica que se rió después de tirarles
el coco a los del land rover
a los desertores del arado
aparecidos para jodernos la fiesta
fue la recompensa
pero a ti no te gustó
porque querías todos nuestros ojos
reunidos después de todo
ante tu bañera
y tú desnuda insistiendo
en el olor penetrante de gasolina
de nuestros juguetes antidisturbios
fin de fiesta y tú desnuda








Hipóstasis (1980)

las auroras angustiosas de rimbaud
en tu libro reventado
donde dices que los mejores poemas volaron
impresión de vértigo
sueño tras el ácido

más allá de la cena
buscando en los cubos de basura
una sugerencia
un-permítame-decir-algo
con un despertar
menos sombrío que el de ayer
sería suficiente
para salvar a la pobre abuela
de la miseria de esta ciudad mentecata

pueblo nuevo retoza de madrugada
el ozono besa tu olfato
enciendes un nuevo cigarrillos
vuelve el cambio de guardia
entre las farolas y la claridad del alba
y la claridad me ha traído la risa abominable del cretino”




David Castillo. El túnel del tiempo. Ed. Sial, 2016
Fotografía de Masao Yamamoto












jueves, 29 de diciembre de 2016

BLANQUEANDO CIUDAD JUÁREZ



Que no salga la maleza.
Que no salga la cabeza.
Que no salga la pobreza.
Que no salga la cerveza.
Que no salga la impureza.
Que no salga la torpeza.
Que no salga la crudeza.
Que no salga la dureza.
Que no salga la fiereza.
Que no salga la tristeza.

Y así, es imposible que salga

la nobleza,
la belleza,

la delicadeza.



Antonio Orihuela. En: IV Encuentro de Escritores por Ciudad Juárez. Ed. Edifsa/A.C. Pentadrama. Salamanca, 2016
Fotografía de Masao Yamamoto

miércoles, 28 de diciembre de 2016

CUALQUIER DÍA




Cualquier día me levantaré y será cualquier día,
un día de romper la baraja y dar un volantazo,
de tirar la toalla, comprarse un mulo y no pagar la hipoteca.

Ese día no venderé ni compraré nada,
no me regalarán lágrimas negras,
las uvas de la parra no estarán altas,
y me sentaré a mirar remolinos de hojas y bolsas de plástico,
como un emperador de la nada, dueño de vientos y de brillos.

Cualquier día me levantaré y cualquier día será como cualquier día,
al despertar no estarás allí dormida con semen seco en tu lomo,
me afeitaré adormilado, ducharé este pellejo
y mientras me aprieto el cuello y el alma con una corbata,
haré un esfuerzo para seguir siendo
el adorador de cualquier día,
cualquier día...




Daniel Macías Díaz. Neuroguerrilla. Ed. Germanía. Colección Voces del Extremo, 2012.

martes, 27 de diciembre de 2016

EXIT

¿Dónde están las flechas de antaño? pregunté
al llegar a los Grandes Lagos de todos los niños del mundo que sueñan geografía

Los Grandes Lagos eran ya muy pequeños y estaban medio muertos

El paisaje aparecía a diario firmado por las chimeneas

En Buffalo y Detroit ardía la llama eterna al obrero desconocido y domesticado
y en Niágara seguía cayendo para nada la inmensa barba democrática de Walt Whitman

La vida era solamente un problema de regulación de tráfico

Tu libertad de torcer a la izquierda acaba
donde empieza la libertad de torcer a la derecha
de los que viven masivamente ciegos en dirección corriente
y hay tiempo para avanzar y de parar
tiempo de correr a 30 por hora
tiempo de correr a 40 por hora
tiempo de correr a 60 a 70 por hora
hay tiempo de consumir tiempo de matar y tiempo de morir

Pero las compañías de seguro están en todas partes
y las almas saben que todo tiene su exacta indemnización en este valle de sonrisas

¿Dónde están las flechas de antaño? pregunté
porque había soñado como todos los niños del mundo han soñado alguna vez
con que al final de la película
los buenos tan superiores y vulgares
no ganaran para siempre y totalmente
a los malos tan buenos en el fondo pues
¿cómo se puede ser malo
llevando un gorro colgante de plumas de ave?

¿Dónde están las flechas de antaño? pregunté
En el aire de las cafeterías
en las carreteras en los embases sin devolución y con devolución
en las revistas en los parques en los aeropuertos
en las cajas de galletas en los relojes de pulsera y de pared
y de bolsillo y de pecho y de cuello y de tobillo
en los relojes de cintura en los relojes de pensamiento
en los termómetros y manómetros en los barómetros y anemómetros
en las latas de conserva y en los hermosos electrodomésticos
en las espaldas de los estudiantes
en todas las máquinas en todas las calles
sobre todo en las calles
en los cruces
sobre todo en los cruces
en las puertas
sobre todo en las puertas
de salid
flechas y flechas y
flechas muertas indicaban
subir
abrir
doblar
bajar
torcer a la derecha
torcer a la izquierda
seguir
estirar
romper
levantar
apretar
entrar
salir
sobre todo salir
salir por la puerta
de salida

Pero la puritana hipocresía del invierno
no puede impedir año tras año
la conmemoración sangrienta del otoño
y los desorientados vencedores hoy viven
preguntándole siempre
en todas partes el camino
a las flechas muertas de sus víctimas inolvidables
por dónde se va
por dónde se sube
por dónde se sale sobre todo por dónde
se sale
dónde está la puerta cuál es la puerta
de salida por favor
dónde está dónde la salida
preguntándole siempre la salida sobre todo por la salida
a las flechas muertas de sus víctimas inolvidables

Herida está de flecha la salida


En Jesús López Pacheco El tiempo de mi vida (antología)Germania, Alzira. 2002

lunes, 26 de diciembre de 2016

SOÑÉ



Soñé con el abuelo paterno
del poeta Eladio Méndez.
Se llama Tomás
y está preso
en el campo
de concentración
de Castuera,
en Badajoz,
pero eso da igual
porque podría estar en Mérida
o en el Puerto de Santa María
o en Valladolid
o en Córdoba
o en Alicante
o en cualquiera otra
de las miles de prisiones
que brotaron como setas venenosas
en la España herrumbrosa
de la  posguerra.
También están presos
sus tres hijos mayores.
Tiene más de cincuenta años
y está muerto de hambre
y tiene frío y poca ropa
y tiene muchos piojos
y anhela a su mujer
y quiere ver a su hijo pequeño
que no está preso
probablemente
porque no es más que un niño.
Pero no volverá a verlo
porque Tomás morirá en la cárcel 
y en su partida de defunción
sólo pondrá “muerte natural”
aunque no hace falta ser muy listo
para saber lo que eso significa
en la dictadura franquista
y justo después de su muerte
la familia recibirá
un documento oficial
en el que se puede leer
que Tomás es “inocente”
de todos los cargos
que se le imputan.
Y mi sueño se apaga
con estos versos
del poeta Eladio Méndez:
Abuelo,
yo me quedé sin la ternura
de poder sentarme sobre tus rodillas…


Rafael Calero

domingo, 25 de diciembre de 2016

11 fragmentos del libro PRIMERAS INDULGENCIAS VERBALES de j. seafree















si estás interesado en el libro ponte en contacto con el autor j. seafree en:  dospoemasyuncafe@yahoo.es,

sábado, 24 de diciembre de 2016

A VIRGINIA, MADRE DE DOS HIJOS COMPAÑERA DE PRIMARIA DE LA AUTORA



Ocupáis tres asientos frente a mí en el autobús que se desplazadesde nuestro barrio alejado del centroal centro;al centro de nuestra localidad minúscula, entiéndase, no al centro de las cosas, no a la esencia misma ni a la materia nuclear donde la vida
bang
donde la vida
se expande y obedece a todos los fenómenos —etcétera— que dictala astrofísica. Lo proclaman las asignaturas que rodeábamos porque éramos de letras; lo proclaman los inexpugnables mecanismos que atañen a vocablos tan comunescomo universo, vida, muerte, amor.Ocupáis tres asientos frente a míen la parte trasera del transporte público: el niño a la derecha, en el centro la niña, la madre a la izquierda.
Ahora tú, hija pequeña de Virginia: chándal rosa gastado —igualque los plumieres de tu madre— con un personajeque mi edad y condición soltera ignoran.
Ahora tú, hijo mayor de Virginia, intuyo en tu barbilla y tus orejaslos rasgos que heredaste de tu padre, y me preguntosi Virginia los maldice—Virginia, ¿los maldices?—a la hora del baño.
Pero tú, Virginia, tan rubia, ¿lo recuerdas?Allá donde entonces combatíamos piojos
ahora
bang
ahora
escondemos el tiempo.
Aquí tú lees una revista, Virginia, aquí tú no me reconoces: ¿te sirven los consejos del cuché,oh tú, tan rubia e inocente?Virginia, siempre con mi edad y ahora con dos hijos, sin anillo en el dedo, con un bolso colmado de galletas:Virginia, hijo mayor de Virginia, hija pequeña de Virginia,años luz caídosaños luz quebrados en la comisura de los labios,cerrad los ojos y pedid un deseo
frente a mí
en el autobús destartalado que nos salva del barrio periférico y nos acercaal centro, lejos de los bancos en los que los adolescentes beben y las noches golpean los jardines,cierra los ojos, Virginia,porque en estos veintiocho minutos de trayecto he pensado en nosotras,en ti que no me reconoces veinte años más tarde, en tus canas donde la gente que nunca te habló, en tus canas donde la gentereía y se burlaba.
Cristal del autobús junto a Virginia, espejito de ambas,tus uñas rojas comidas al fregar los platos, una gota de laca roja en tu dedo anular,oh Virginia, oh rubia e inocente,yo he pensado en nosotras,
bang
yo he pensado en nosotras.
No sé si sabes a lo que me refiero.
Te estoy hablando del fracaso.

Elena Medel. Chatterton. Ed. Visor, 2014
Obra plástica de Matilde Granado Belvis.

viernes, 23 de diciembre de 2016

CAÍDA



Fiel al mecanismo de la época en la que los narradores omniscientes
habitaban en cada personaje
ensayé la justificación: un balcón lleno de plantas
cultivando su propio idioma.
En él
con él
hablaba. No atendía a los consejos
por teléfono; nunca comprendí
las advertencias de los manuales de jardinería.

Pese a los genes que indicaban mi buena disposición
ante una maceta de hortensias en las peores condiciones,
no conseguí más que unos brazos de plástico negro y unos pechos como
hortensias de color morado o violeta o azul sucio
cuando miento y respondo como si algo fuera bien.
Ninguna mujer se casa con sus plantas.
Ante el pulgón, dos únicos remedios: arrojar la planta a la basura
o cederla a mis mayores. En esta situación
—para el insecticida es tarde—
una madre sabrá cómo actuar.

Mientras tanto, en la casa, la mujer duerme.
El hombre
ya no está.


Elena Medel. Chatterton. Visor, 2014
Fotografía de Juan Sánchez Amorós

jueves, 22 de diciembre de 2016

Estamos realizando obras en el exterior. No utilizar esta puerta excepto en caso de emergencia

Madurar
era esto:
no caer al suelo, chocar contra el suelo, contemplar el pudrirse de la piel
igual que un fruto antiguo.
Colchón justo para los dos; años que chocan la lengua contra los dientes una y 
     otra vez que se tambalean en la boca
años
     del sentido incorrecto.
Con tres hilos de cabeza he tejido mi tiempo:
piensa en vosotros a mi edad, piensa en tres hilos de cabeza, qué te falta, qué 
     te queda; piensa en tres hilos. Quizá
eso, madurar:
quizá Ulises boca abajo, quizá la orilla boca arriba,
eso que queréis me esperará diez años. Pensad en diez caídas; pensad en
diez hilos de cabeza. ¿Aquello? ¿La madurez? ¿Márchate, olor a lavavajillas,   
     déjame con mi sueño?
¿O quizá en la boca uvas para el postre del color
de la rodilla que cae al suelo,
de la rodilla que choca contra el suelo? Me tambaleo. Y era yo el zumo en la 
     garganta, y era yo el frío, era yo
las uñas y el estómago, quién era yo en mis años
con tres, en mi tiempo con diez hilos de cabeza. Hasta mi habitación
por la escalera de incendios un hombre
y su sentido contrario. Diez hilos de cabeza, veinte hilos de su pecho atados a 
     mi pecho,
juro que amé
los golpes de sus piernas. Digo que
madurar era esto: que no pude negarme, digo que mis tres hilos de nada entre 
     los dedos, y juré chocar y el suelo
lo juré. Pensé al suelo la caída
y el choque contra el suelo. Pensé el aliento pensé dije
tres hilos de cabeza: tambaleo.
Pensé en mi edad y pensé en vosotros y pensé
que nadie me avisó de madurar así, junto a la vida y el frío en el cajón
de la fruta que se pudre.
Elena Medel Chatterton (Visor Libros, 2014).