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miércoles, 5 de agosto de 2015

3 poemas de DIARIO DE LAS BESTIAS BLANCAS de Diego Sánchez Aguilar






Frankenstein, el monstruo de


En la película que he visto hoy,
una niña de blanco lanzaba flores blancas
a la superficie negra de un lago sin fondo.
A su lado, el monstruo nacido de la tormenta
olvidaba su cuerpo, hecho de grietas y cicatrices grises,
y conseguía imitar grotescamente la sonrisa
y el gesto eterno de la niña mirando la caída
suave y silenciosa
de la flor blanca sobre el rostro cerrado del lago.
Entonces la niña dijo:
-Ya no quedan más flores bonitas.
Y hubo un primer plano sobre sus leves olas negras
y luego otro del rostro del monstruo y sus cicatrices
y al fin, como una actriz recitando una frase que no entiende,
la niña preguntó:
-¿Y qué tiraremos ahora?


***


Desayuno con tigretón y pantera rosa



Puestos a ser, ¿por qué no una pantera rosa?

Deleuze



Mientras en las demás cadenas el telediario de la mañana

sigue girando hasta hacernos aparecer en él

correctamente vestidos, peinados y despiertos,

en otra cadena la pantera rosa corta el césped de su jardín;

encuentra un pequeño arbusto

le molesta

lo corta

y entonces se cae todo.

Desaparecen el horizonte y la pantera aferrada a sus tijeras,

mirando fijamente a la cámara.

Arriba queda el trozo de arbusto que sostenía al mundo.



Despeinado por la caída y con un zumbido en los oídos

sigo viéndolo:

se hace cada vez más pequeño

sus hojas parecen agitar una despedida.



Empezamos bien el día.

Despierta el tigre que hay en ti.

***


Locus amenus-barrius sésamus



Aquí la tarde cae como una araña.

Las chicharras y los ciclomotores intentan entenderse en vano

bajo un viento que arrastra niños, mochilas y gritos.

La programación infantil inyecta su psicosis a través de la tele:

un monstruo azul crea las coordenadas espaciales

ahora está arriba ahora está abajo, arriba, abajo, arriba, abajo.

Un emisor y millones de receptores ante el mismo mensaje,

arriba, abajo, están dentro de la tarde y las meriendas.

El mundo vuelve a nacer cada segundo.

Yo estoy tumbado encima del sofá

y sin embargo cayendo como una pantera rosa.

Yo estoy dentro de la tarde y su música estridente

y llena de alegría, payaso multicolor.

Un monstruo rojo en algún lugar tras los cristales

destruye las coordenadas espaciales:

yo estoy fuera de la tarde y su burbuja

y también estoy dentro de la tarde y sus mensajes

dentro, fuera, dentro, fuera .

Alguien llama a dios con su claxon una y otra vez implorando

en el altar de la Felicidad inaccesible como toda divinidad.

Hay un helicóptero en mi cabeza

millones de emisores y un solo receptor, yo,

estoy dentro de todos los mensajes

estoy fuera de todos los mensajes

estoy dentro del silencio,

el mensaje de ningún emisor,

el código circular: la sangre dando una vuelta más

en mi sistema circulatorio.



Diego Sánchez Aguilar. Diario de las bestias blancas. Universidad de Murcia, 2008

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