documentos de pensamiento radical

documentos de pensamiento radical

domingo, 24 de abril de 2011

CABEZAS DE TORMENTA (III)




A comienzos de los años ‘90 no estaba finalizando la historia
sino, quizás, el siglo XIX: se constataba que las doctrinas
marxistas, anarquistas e incluso las liberales en sentido
estricto, estaban licuándose y evaporándose de la
historia del presente. Asistíamos al canto del cisne del
humanismo. Una de sus consecuencias es el borramiento
de la memoria social, es decir, de los lenguajes y símbolos
que transportaban el proyecto emancipador moderno y
la antropología humana que le correspondía. Al mismo
tiempo, la política clásica, vinculada con la representación
de intereses (versión liberal), con la articulación de
los antagonismos (versión reformista) o con la pugna social
contra el absolutismo y el orden burgués (izquierda y
anarquismo), se despotencia y deslegitima. Ya hace tiempo
que la política, en el rango mundial, opera según el
modelo organizativo de la mafia, que ya es la metáfora
fundante de un nuevo mundo, y eso en todos los órdenes
institucionales, desde los gremiales a los universitarios,
de los empresariales a los municipales. O bien se está incluido
en la esfera de intereses de una mafia particular o
bien se está desamparado hasta límites que sólo se corresponden
con el inicio de la revolución industrial.

A lo largo de este siglo la vieja cultura
popular (mezcla de imaginario obrerista y antropología
“folk”) se metamorfoseó en cultura de masas, lo que
transformó lenta pero firmemente el modo de archivo y
transmisión de la memoria de las luchas sociales. Y cuando
la historia de esas luchas se retrae, la población no
puede sino fundar su obrar en cimientos tan instantáneos
como endebles. Por su parte, la suerte de la pasión por la
libertad es incierta en sociedades permisivas, como lo son
actualmente las occidentales, en las que lo “libertario”
deviene una demanda acoplable a las ofertas de un mercado
de productos “emocionales”, desde la psicoterapia
a la industria pornográfica, de la producción de
farmacopeas armonizantes del comportamiento a las promesas
de la industria biotecnológica. Esta última en especial
revela ciertos síntomas sociales de la actualidad:
transustantación de la carne en alambiques de clonación,
mejoramiento tecnológico de los órganos, silicona
inyectable al cuerpo a manera de vacuna contra el rechazo
social. El “modelo estético-tecnológico” se despliega
como un sueño que pretende apaciguar un malestar que,
por su parte, nada tiene de superficial. En economías
flexibilizadas, en países que han destrozado la idea colectiva
de nación, con habitantes que apenas pueden
proyectarse hacia el futuro, condenados a idolatrías menores,
a recurrir a la moneda como lugar común, a realizar
apuestas que no están sostenidas en el talento de cada
cual, la experiencia colectiva se hace dura, cruel, carente
y, por momentos, delirante. Cada persona está sola junto
a su cuerpo, aquello en lo que, en última instancia, se
sostiene.

Christian Ferrer. Cabezas de tormenta, ensayos sobre lo ingobernable. Pepitas de Calabaza. Logroño, 2004.

No hay comentarios:

Publicar un comentario